Boca Juniors sufrió una nueva eliminación prematura, esta vez en los 16avos de final de la Copa Argentina, tras caer 2-1 ante Atlético Tucumán.

El equipo de Miguel Ángel Russo, que acumula seis partidos sin victorias, mostró nuevamente falencias futbolísticas, con un juego lento y predecible que no pudo superar el planteo defensivo y ordenado de los tucumanos.

La derrota se suma a los traspiés en el repechaje de la Copa Libertadores y el Mundial de Clubes, dejando al equipo cada vez más lejos de las competencias eliminatorias.

El encuentro evidenció las carencias de Boca para generar peligro. Leandro Paredes, retrasado en exceso, no logró conducir con claridad, mientras que Edinson Cavani desperdició oportunidades claras, reflejando su falta de instinto goleador.

Aunque el equipo mejoró en el segundo tiempo con una presión más alta y mayor profundidad por las bandas, especialmente con las subidas de Juan Barinaga, la falta de eficacia en la definición fue determinante.

Atlético, en cambio, aprovechó un córner y un contraataque para marcar a través de Clever Ferreira y Mateo Bajamich, asegurando su pase a octavos, donde enfrentará a Newell’s.

Con esta eliminación, a Boca solo le resta el torneo Clausura para buscar la clasificación a la Copa Libertadores 2026. A pesar de contar con un plantel numeroso, el equipo carece de identidad y solidez colectiva.

La inclusión de Frank Fabra tras meses de inactividad y la falta de creatividad en el mediocampo, con jugadores como Velasco y Alarcón sin peso, reflejan la dificultad de Russo para encontrar soluciones.

La crisis futbolística y de resultados pone al técnico y al equipo en una situación crítica, con un calendario que se acorta y pocas respuestas en el horizonte.