Mientras la mitad de los niños de la provincia están por debajo de la línea de la pobreza y el 10 por ciento en situación de indigencia, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INdEC), el gobierno catamarqueño Raúl Jalil continúa despilfarrando fondos públicos.

Según una licitación que publicó el Ministerio de Agua, Energía y Medio Ambiente, la administración de Raúl Jalil apartó unos 66.287.800 de pesos para "adquirir combustible para el traslado del personal se la secretaría".

Como si se tratara de una especie de realeza, los funcionarios ya no se gastan en siquiera disimular cómo hacen uso y abuso de la caja del Estado para satisfacer sus caprichos monárquicos.

No solo se deben pagar los autos de gamas medias a altas para que, supuestamente, estos ministerios puedan funcionar y cumplir sus tareas, sino que los vecinos catamarqueños también pagan los choferes privados; los abultados sueldos de los ministros, secretarías, asesores; y... ¡El combustible!

¿Será que son ciudadanos destacados como para viajar en transporte público como cualquier vecino? ¿O será como planteó José de San Martín al describir la soberbia como una discapacidad que afecta a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder? Sea como sea, el que pagando los costos siempre es el trabajador honesto.