Política | 26/06

Debate abierto por el impacto mediático

Cuando el discurso hiere: el odio televisado de Kaiser y su cruzada contra los derechos

Un discurso que mezcla provocación, pseudociencia y alineamiento con el poder. Axel Kaiser apuntó contra el feminismo, el ambientalismo y la justicia social, mientras crecen las sospechas por su relación con una millonaria estafa cripto.

Axel Kaiser no vino a presentar un libro. Vino a dinamitar el debate público. En su paso por Argentina, el abogado y economista chileno no solo promocionó Parásitos Mentales, su nueva publicación, sino que desplegó un discurso provocador y cargado de odio que hizo estallar las redes sociales.

Desde los estudios de LN+, Kaiser afirmó que “Argentina tiene una parte de su población infectada con parásitos mentales”, apuntando directamente al kirchnerismo, el peronismo, el feminismo y el ambientalismo.

Aseguró, sin base científica real, que las personas con ideas progresistas “sufren más trastornos mentales, son más tristes y violentas”, y que Javier Milei está “desinfectando a la población”.

Sus declaraciones fueron respaldadas con citas mal interpretadas de medios internacionales y un tono cercano a la eugenesia simbólica. El relato, lejos de ser una exageración retórica, inscribió a Kaiser en el campo de la ofensiva cultural libertaria con un fuerte componente autoritario.

La polémica creció cuando se hizo pública su relación con la Fundación Faro, organización acusada de participar en la estafa cripto de Libra, que afectó a más de 44 mil personas y que habría servido como vehículo financiero vinculado a La Libertad Avanza. Aunque intentó desligarse públicamente, documentos internos lo vinculan directamente a cargos ejecutivos.

Mientras la Defensoría del Público recibió miles de denuncias por su discurso en televisión, referentes políticos del oficialismo y de la izquierda denunciaron a LN+ por habilitar sin contrapeso una narrativa cargada de violencia simbólica.

La visita de Kaiser, con foros organizados por la Fundación Libertad y Progreso, no fue un episodio aislado. Forma parte de una estrategia discursiva más amplia para instalar una “guerra cultural” desde la derecha, con apoyo de referentes internacionales. Y plantea una pregunta urgente: ¿dónde trazamos el límite entre la libertad de expresión y la incitación al odio?

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